Días de desidia
Diarios demacrados describen debacle: datos documentan décadas de decadencia.
Déspotas detuvieron desarrollo demográfico.
Descaradamente, desfilan deslumbrantes despilfarros.
Descendencia de delincuentes distribuyen drogas de deliquio.
Devaluación de desmedidas dimensiones desencadena diáspora.
Deudos despiden desterrados.
Duelen.
Deportan desarraigados después del desplace del Darién. Desconcertados, deberán desandar desmesurada distancia.
Desentierran desaparecidos descompuestos después del dañino deslave.
Deben dragar drenajes de desembocaduras.
Damnificados, despojados de dicha, deprecan donaciones.
«Dios, dame dinero (dólares)», desea devoto desamparado.
Duchos doctores dan demoledores diagnósticos de depresión.
Desabastecimiento de diálisis desvanece desahuciados.
Docentes desnutridos, desesperados, denuncian despensas desoladas.
—¡Dennos democracia! —demandan, desahogándose.
—Desistan —devuelve despreciable dictadura.
Disparos dispersan demostración de desobediencia.
Decidieron destruirnos deliberadamente.
Discursos doctrinales doblegan dóciles.
Dependencia digital distorsiona; despégate.
Delegación de deficientes diputados, de diferentes dirigencias divididas, debatirán discutir declaraciones de decretos del designio de derogación del diálogo del…
¡Deprisa, demonios! ¡Demoran! ¡Divagan demasiado!
Defraudados, derrochamos desinterés. Despertemos.
Depararán difíciles desenlaces de discordia…